miércoles, 30 de abril de 2008

Crítica Mundo Teatral


Un clásico contemporáneo
Por Silvia Sánchez // Cronista
29/4/2008

Se reestrenó Criminal, un clásico de Javier Daulte llevado a escena por la Compañía de Teatro La muda.
Estrenada en el auditorio de la Facultad de Psicología de la UBA allá por 1995, Criminal ya jugaba con los géneros preanunciando la marca de autor Daulte. Un policial, una comedia, un melodrama; así se definía esta pieza que tomando al psicoanálisis como motor, indagaba sobre la derrota de las verdades o lo que es lo mismo, sobra la victoria de los puntos de vista encontrados.
Desde aquel entonces a este presente, Criminal se ha representado en múltiples oportunidades y Javier Daulte se ha consagrado como una institución dentro del campo teatral tanto en nuestro país como en el exterior. Eso no intimidó a Marcelo Velázquez, responsable de una nueva puesta, ahora en el Espacio Teatral DelBorde.
Velázquez, hace interactuar a los cuatro protagonistas del drama -un matrimonio y sus respectivos psicoanalistas- en un mismo espacio, y en una especie de montaje alternado, las sesiones de Carlos y de Diana se van sucediendo para brindarle información al espectador. Celos, infidelidades y un posible asesinato, son los tópicos que desfilan por un diván compartido y que hacen transitar a la pieza por los carriles del suspenso. Hasta el final, en que “las verdades” salen a la luz y el orden se recompone, al menos para el matrimonio que desató el conflicto. Lo que queda flotando al ver al matrimonio feliz y a sus respectivos analistas desvastados, es si acaso no sea cierto aquello de que el fin del análisis es volvernos más egoístas.
Ironías textuales mediante y con buenas actuaciones, la Compañía de Teatro La muda rescata un clásico contemporáneo y lo recrea más que acertadamente.
Tarea nada sencilla cuando los textos (y sus autores) se han vuelto auráticos.

1 comentario:

Esteban Costa dijo...

La obra de Daulte resulta un acierto en varios sentidos. Pero mi intención de escribir algo en este blog es para dejar mis impresiones sobre la interpretación que visto bajo la dirección de Marcelo Velásquez.
La primera cuestión es que resulta entretenida y creíble en todo momento.
No son factores menores porque toda interpretación en tanto tal camina por este doble andarivel de peligrosidad y siempre es un desafío capturar la atención del espectador. Que logre vivir lo que se le está proponiendo.
Un segundo aspecto implicado en el primero es que los actores resultan tan familiares como convincentes. Con buen desempeño enfrentan cada uno el desarrollo de su personaje, factor que logra sostener la trama al tiempo que conmueve. En este caso el punto de lo desopilante es lo trágico y hay que poder transitarlo.
No importa que el público considere más atractiva una representación que otra (esto es siempre así), lo que valoro es que el equipo de los cuatro juega una apuesta identificatoria y teatral.
Hubo un tercer aspecto que me impactó gratamente que es la mano de una dirección cuidadosa, respetuosa de los tiempos dramáticos y del sentido de la oportunidad.
Dirige quien logra prever el acontecimiento en el espectador sin ansiedades ni pretensiones desmesuradas. Esto es aquí un acierto en toda la línea.
Por último hay que destacar que la puesta en escena aporta un brillo especial.
Todo sucede en un mismo espacio multiplicado y como en el laberinto de las interpretaciones psicoanalíticas juega a develarse la verdad en un zigzag de palabras y silencios entrecruzados.
Nada puede dejar de mirarse y hasta la confusión o el equívoco están al servicio leal de una trama que así contada, atrapa y divierte.
Quiero agradecerles el buen momento que he tenido al verlos.