sábado, 19 de abril de 2008

Crítica Revista Veintitrés

Nueva puesta de Criminal, de Javier Daulte
Por N.D.

Criminal, que paseó varias veces su semiutópica identidad por los escenarios, asume en esta tentativa la conflictuante relación entre psicoanalista y psicoanalizado. Javier Daulte atrincheró su inspiración en la compleja proyección del psicoanálisis y lo pasea desnudo como una invitación a conocerlo y aceptar su subrepticio compromiso con la vida. Los personajes naturalmente descarnados juegan a accederse a sí mismos, tentados por el fantasioso heroísmo de programar el efecto antes de cualquier merodeante causa. Todo indica que intentar autointerpretarse sobre el pseudo misticismo de un diván puede ser fatal. Esta ritual parodia, comedia negra o melodrama -a gusto del consumidor- se revela como un cóctel de interés y suspenso inteligentemente elaborado, con la pretensión de puntualizar el secular verismo de la mentira o la subyacente falsedad de la verdad. Nadie sabe de dónde proviene la instigación del consabido criminal ni tampoco la gama de sus pretextos íntimos, mientras aspira a que su personalidad sea rectificada. Uki y Paola Cappellari, Eduardo Narvay y Luis Dartiguelongue conforman un staff interpretativo entusiasta y al tanto de la sigilosa ironía requerida, que se traduce hábilmente en el movimiento escénico de Marcelo Velázquez.

20 de diciembre de 2007.

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