domingo, 19 de julio de 2009

Criminal, pequeña gran tragi-comedia de Javier Daulte

Por Alfred Hopkins
http://jaquematepress.blogia.com/

¿Criminal? Los espectadores charlan afablemente a la espera de la orden de sala en la antesala del teatro DelBorde en San Telmo, Buenos Aires, mientras descansan y respiran suavemente los actores en los vestuarios. Llueve. Es julio. Muchos teatros están cerrados por miedo, miedo al contagio de la gripe A. Este teatro no es comercial, no da lugar a la paranoia; bueno, en verdad, "Criminal" de Javier Dualte tiene paranoia hasta los huesos...
Claro. Pasan muchas cosas entre pacientes y analistas. Cosas que normalmente no se dicen, o se dicen de otra manera. Asuntos profesionales. Pero... ¿qué sucede si un paciente se agarra con otro paciente, si la relación profesional sobrepasa las normas freudianas, si la palabra, el llanto, el grito y la furia de repente, si la locura se hace realidad?
¿Quiere saber? La respuesta, perdón, el conflicto, la resolución no muy esperada está en esta pequeña sala independiente, paredes de ladrillos a la vista, no más de 40 bancos, acústica fantástica, muy íntima la sala, y allí uno puede seguir los pasos de lo que el autor llama "pequeña tragedia sobre una transferencia contratransferencial," es decir, una obra moderna sobre un eje clásico: el poder, el sexo, el engaño, la traición, la miseria del ser humano.
Todo sucede en un espacio geométrico en el cual los personajes están anclados a su acción dramática y/o densamente cómica y juegan roles que permanentemente son puestos en jaque: la Dra. A, visiblemente neurótica y turbada, recibe la visita desesperada de quien, después resulta no ser un paciente borderline sino un colega que desea advertirle sobre un asesinato. Ambos intentan inútilmente colaborar, respectivamente, en la cura de un matrimonio al borde del divorcio, en el teatro del Borde...
Si se trata de elogios, habría que aplaudir al actor Eduadro Narvay, cuyo "Juan" es un personaje admirable, sensible, expresado con el alma abierta. Habría que destacar además el hábil uso del cuerpo como herramienta expresiva de la actriz Paola Cappellari.
Un espacio sencillo, miradas a la nada y al fondo de la existencia, sonidos atrapantes y apropiados. En una palabra, vale la pena ver esta obra en compañia de la pareja, para luego pelear el asunto, vino tino mediante, dormir asustados, pensar que mañana termina todo, que la confianza es un mito, que, en fin, el ser humano es una creación muy frágil. Si la culpa la tiene dios o Darwin es asunto aparte.
Julio 2009.