viernes, 14 de marzo de 2008

Crítica ImaginaciónAtrapada 1

NO TODO ES LO QUE PARECE

Reporte primero: a eso de las 16.50 se presentó en la casa de la psicoanalista Dra. A , el también allegado a la ciencia del inconsciente, Juan Bueras. Este último irrumpió en el habitáculo de la doctora en cuestión y procedió de forma intimidatoria a obligarla a llamar al señor Carlos Cossio, esposo de la señora Diana y paciente de la Dra. A.
El Dr. Bueras le anunció a la Dra. A un posible crimen a manos de su paciente de los miércoles a las cinco, Carlos. La doctora, al ver comprometida otra tarea de la que no pudo dar testimonio por fuerzas mayores, procedió a echar de su vivienda al señor Bueras, a lo que este se negó. Luego de arduo traqueteo una llamada fatal fue recibida. El crimen ya había tenido lugar.
La obra sucede en un único espacio, superponiendo los tres espacios que plantea el texto dramático (los dos consultorios y la casa de Diana y Carlos). Sólo un diván blanco dispuesto en el medio del escenario, y un perchero forman parte de la escenografía. Los personajes se disponen sobre el diván y sobre el fondo, cuando no les toca intervenir en las escenas, pero siempre se mantienen dentro de sus personajes. La construcción de diferentes espacios se relaciona no sólo con los cambios de luces sino también con los movimientos de los actores. Cuando la acción se instala adelante, por ejemplo en la charla que mantienen los psicoanalistas, la mirada es siempre a público. Este recurso no funciona aquí con la intención de romper con la cuarta pared. Miran hacia nosotros pero no nos miran.
Reporte segundo: el señor Carlos Cossio confiesa que luego de haber mantenido una acalorada charla telefónica con el Dr. Bueras, se dirigió a la cocina de su casa, tomó un cuchillo y esperó junto al teléfono. Pasado un rato llamó a la Dra. A y le contó todo lo que había sucedido. Al desmayarse la misma, producto del espanto, el Dr. Bueras, que se encontraba en ese momento junto a la doctora, tomó el teléfono. Luego de escuchar la historia le dirigió dulces palabras al señor en cuestión, las cuales fueron correspondidas.
Los personajes se encuentran desbordados. Han llegado a un límite del cual no hay retorno. Actúan de forma caricaturesca pasando por una amplia panoplia de estados (nervios, llanto, locura, excitación, etc.) y ese desbordamiento por momentos nos choca. Diana se convierte en un ser demasiado frívolo, que no para de hacer gimnasia con equipo deportivo y todo, y la doctora A se mantiene en un estado de nerviosismo casi constante.
Reporte tercero: la señora Diana confiesa haber sustraído un elemento del consultorio de su analista, el Dr. Bueras, con fines perversos. Agrega que, producto del dolor contraído al enterarse de que su marido ya no le era fiel, se abalanzó sobre su analista con intenciones eróticas.
El suspenso llena la sala. Creemos saber lo que pasa, pero nunca estamos seguros. El crimen debe ser detenido, pero ¿cuál crimen? La historia, que hasta un determinado momento nos colocó en el lugar de espectadores cómplices de los analistas, ahora nos da vuelta la cara. Todo se revierte. Todo ha sido un gran engaño. Quienes detentaban la verdad ya no la tienen, porque no existe tal verdad. Todo ha sido un juego.
Reporte cuarto: el cuerpo del occiso yace en el consultorio junto al teléfono. El criminal, aun en el lugar del hecho llora. Del otro lado del teléfono solo se oyen risas.

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